De La Prueba

De La Prueba

Por el imam Muhyi ad-Dîn 'Abd Al-Qâdir al-Jîlânî

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Cuando el servidor pasa por una prueba, empieza queriendo sobrepasarla por sus propias fuerzas. Si no consigue, busca la ayuda de las creaturas: los sultanes, los hombres de poder, la gente de este mundo, los ricos, o los médicos cuando se trata de enfermedad.  

Y si esta tentativa no resuelve nada, entonces se dirige hacia su Señor con la oración y la demanda, la suplica humilde y la alabanza.  

Así, tanto que se siente capaz de triunfar por sí mismo de los obstáculos, no se dirige hacia las creaturas; y tanto que encuentra asistencia en los demás, no se dirige hacia el Creador. Pero después de esta última tentativa, igual si no encuentra respuesta al lado del Creador, se tira a Sus pies en un abandono total. Persiste en la demanda y la alabanza, reconociendo plenamente su impotencia y su indigencia, con en el mismo tiempo, temor y esperanza.   

En este momento, el Creador le quita la fuerza misma de implorar, reúsa responderle, afín de llevarle finalmente a soltarse de todas las causas segundas y medios habituales. Cuando este renunciamiento esta cumplido, el Creador ejecuta Su Decreto y manifiesta Su Acto en este. El servidor se aniquila al lado de todos los medios y movimientos propios y permanece como un puro espíritu (ruh). No ve nada otro que el Acto de Allâh  alcanza la rectitud en el  Tawhid [1]; atestando que, necesariamente, no existe agente sino Allâh . No hay iniciador al movimiento ni al descanso, no hay mal ni bien, no hay prejudicio ni beneficio, ni don ni rechazo, ni apertura ni cerradura, ni muerte ni vida, ni honor ni humillación, que no sean en la Mano (el Poder) de Allâh . Se vuelve entonces con respecto al destino como el niño de pecho entre las manos de la nodriza, o como el muerto entre las manos del lavador de muertes, o como la pelota bajo los golpes del mazo del jugador de Polo.   

Se encuentra tumbado, desplazado, modificado, despojado de toda causa locomotora, que esta sea suya o que provenga de otro. Ausente de sí mismo, está enteramente a la merced del Acto de Su Señor (Mawlâ). No percibe nada otro que Su Maestro y Su Acto, reconociendo nadie sino Él en todo lo que ve, escucha o conoce. Son Sus palabras que escucha. Es por Su ciencia que sabe, por Su Favor que se delecta, por Su proximidad que está feliz, por Su acercamiento que se embellece y se ennoblece. Por Su Promesa esta apaciguado y tranquilizado. Por Su discurso, su soledad se disipa. De cualquier otro que Él, se desinteresa, y siente repulsión. Se refugia con seguranza en su Evocación de Allâh (Dhikr) [2]. En Él solamente, coloca su confianza y a Él se remite totalmente. Se alumbra a la luz de Su conocimiento y lo viste como una ropa. Descubre las maravillas de Sus ciencias y esta elevado a la dignidad propia, al conocimiento de los secretos de Sus decretos.   


 Es a partir de Él que escucha y toma conciencia; después Le alaba y Le agradece por este privilegio y Le dirige sus oraciones (du’a) [3].


  Notas :  
[1] Tawhid : Es decir la Unicidad de Allah.  
[2] Dhikr : El recuerdo, la evocación, la mención de Allâh o cualquier palabra anunciado por la lengua y el corazón que glorifica Allâh, Le alaba, Le devuelve el homenaje, la elogia y Le atribuye todas las cualidades de perfección, de Majestad y de Lindeza.  
[3] Du’a : Es decir la invocación, distinta de la oración canoníca (as-salat), y comportando demandas por si y/o otros.


Fuente: http://www.sunnisme.com/article-26245481.html

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